viernes, 14 de septiembre de 2012

Estamos contentos con la escuela de nuestros hijos

Nuestros hijos pasan en la escuela entre 25 y 30 horas semanales. Casi tantas como pasamos nosotros en nuestro trabajo. Los maestros que se encargan durante esas horas de la educación de las personas que más amamos cumplen una labor que, aún siendo su obligación, conviene que sea reconocida. Si estamos contentos con el trabajo realizado por los maestros o por la escuela, animémonos a mostrar ese agradecimiento con la convicción de que el beneficio lo obtendremos todos.
La labor de los maestros y de las escuelas a menudo está infravalorada. Nuestros hijos pasan en su colegio la mayor parte del día. Muchos de ellos se quedan incluso a comer y cuando les recogemos apenas pasarán con nosotros cuatro o cinco horas. Contando que están despiertos entre 12 y 14 horas, es evidente que el tiempo que están en la escuela supera con mucho el tiempo que están en casa. La dedicación de los maestros a nuestros hijos, excepto en casos excepcionales, es mucha. Las horas de preparación de clases, de búsqueda y preparación de material, el tiempo en horario extraescolar dedicado a la corrección de ejercicios, cuadernos y exámenes, los cursos de capacitación durante las vacaciones o en horas nocturnas...
A menudo, muy a menudo, se habla de las largas vacaciones de los maestros, pero poco se habla de las presiones que éstos sufren, de la gran responsabilidad que supone trabajar con personas, de lo difícil que acostumbra a ser tratar con individualidades tan dispares como las que se pueden reunir en una clase con 25, 30 o 35 alumnos... y tampoco hablan mucho los maestros, de lo gratificante que puede llegar a ser su profesión, de lo mucho que se aprende de los niños o del cariño tan enorme que se recibe de cada uno de ellos.
El curso avanza y podemos apreciar cómo nuestro hijo aprende y mejora en la escuela. Nos planteamos de qué forma podríamos agradecer a los maestros y a las buenas escuela, todo el esfuerzo invertido. Y nos planteamos hacerlo porque queremos corresponder a su dedicación. Desde luego que sabemos que es su deber. Son maestros y el desempeño de su profesión conlleva todas las situaciones con las que deben lidiar diariamente. Pero no hay duda de que el agradecimiento hacia las personas que cada día se hacen cargo de la educación de nuestros hijos es bueno. Mostrar una actitud semejante ayudará en gran medida a que las relaciones con los maestros sean mejores. A todos nos gusta que nos reconozcan el trabajo. Y cuanto mejor funcione la tríada niño-hogar-escuela, mejor funcionará la educación de nuestro hijo.
Sugerimos a continuación una serie de ideas que facilitarán a los padres mostrar su agradecimiento hacia el maestro y hacia la escuela. Pretendemos aportar sugerencias asequibles, que huyan del característico regalo comprado e involucren un poco más la creatividad y los sentimientos familiares o grupales.
Puede suceder también que la clase tenga este año un profesor/a de quienes todos los padres estén especialmente satisfechos. De igual modo podemos encontrar alguna fórmula que unifique al grupo y que nos permita hacer llegar un presente de parte de todo el grupo.
ALGUNAS IDEAS:
  • Escribir al buen  profesor una carta de agradecimiento, acompañándola con una nota de nuestro hijo/a con un dibujo dedicado a su profesor.
  • Regalarle una novela o un libro significativo para nosotros con una dedicatoria alusiva a la buena tarea que realiza cada día.
  • Escribir una nota y ponerla en el cuaderno de nuestro hijo para que sea encontrada por el profesor cuando revise las tareas.
  • Pedir una entrevista con el maestro para hacerle saber de nuestra satisfacción por su trabajo y por los avances del niño.
  • Invitarle a comer o a cenar en casa y hacer de ello un acontecimiento especial en el que nuestro hijo se involucre preparando la mesa, ayudando en la cocina o eligiendo los postres.
  • Todos los padres podemos quedar de acuerdo para ofrecerle una cena sorpresa donde poder reconocer explícita y emotivamente todo el esfuerzo dedicado a vuestros hijos.
  • Comentar con la Dirección del colegio vuestra satisfacción con dicho profesor o profesores. A todos nos gusta que nuestro esfuerzo sea reconocido por las personas de las que dependemos, por nuestros superiores.
  • Casi siempre son los tutores de nuestros hijos los que reciben toda nuestra gratificación, olvidando muchas veces la tarea educativa llevada a cabo por otros profesores como los de inglés, deporte… Es un equipo humano el que educa a nuestro hijo y no solo una persona. Es justo agradecer a todos su esfuerzo aunque el contacto con ellos haya sido menor a lo largo del curso.
  • Pensemos que el esfuerzo invertido por los profesores en nuestro hijos es independiente de los resultados académicos obtenidos por ellos. Seamos nobles y apreciemos el trabajo educativo de estos profesionales aunque nuestro hijo haya suspendido las matemáticas o las sociales. Ellos no se limitan a enseñar solo contenidos. Son pedagogos que abarcan mucho más que un currículo, personas humanas que han sido modelos durante un año de valores para nuestros hijos, en algunos casos, un gran elemento de identificación… Sepamos reconocer su labor humana.
  • Comprar un libro con hojas en blanco y encabezarlo con una nota de agradecimiento, las firmas de todos los alumnos y un dibujo de su profesor hecho por cada uno. Podría muy bien ser un pequeño diario de aula que recogiera anécdotas o acontecimientos significativos.
  • Preparar con los demás padres del aula, una pequeña sorpresa: aportando cada familia muy poco dinero se puede preparar un vale canjeable por alguna compra cuyo costo sea el importe acordado en alguna de las tiendas cercanas.
  • Enviar al aula un ramo de flores de parte de todos los padres de los alumnos.
  • Hacer llegar a la Dirección una nota felicitando a la escuela por la labor pedagógica y de formación que llevan a cabo.
  • Enviar un correo electrónico a la excelente escuela que contenga unas palabras de reconocimiento.
  • Las Asociaciones de Padres y Madres de alumnos acostumbran a recibir las quejas de los padres, ¿por qué no podrían también recibir las felicitaciones y hacerlas llegar al/a los maestro/os?
Puede parecer extraño dedicar un artículo a un tema aparentemente tan intrascendente pero, como me enseñó un buen amigo: "De bien nacidos es ser agradecidos". Ser agradecidos es el mejor modo de enseñar a nuestros hijos a serlo. No dejemos que el individualismo imperante nos prive de dar, de ofrecer a otros unas palabras o un gesto amable. Reconocer el trabajo bien hecho, el esfuerzo y la dedicación de los maestros hacia las personas que más amamos no debe ser considerado un tema menor. Ellos trabajarán igual cada día, cumplirán con sus obligaciones y pasarán sus buenos y malos ratos. Eso no va a cambiar porque nosotros tomemos un tiempo para agradecerles su labor, lo que sí va a mejorar es la calidad de nuestras relaciones.

Demasiado a menudo nos cuesta mostrar lo que sentimos hacia otros. Nos parece que somos más vulnerables y procuramos callar para no involucrarnos demasiado, pero pensemos entonces que estaremos perdiendo una magnífica oportunidad de devolver al maestro un poco del mucho amor que él tiene por nuestro hijo.


Cómo organizar el trabajo escolar en casa

El tiempo de estudio personal en casa debe ser planificado con criterios de economía de tiempo y de aprovechamiento eficaz. Conviene administrarlo como un bien limitado y escaso que vale la pena rentabilizar teniendo presentes algunos criterios básicos. Además, como el horario se puede organizar con flexibilidad, vale la pena contar con la opinión de nuestros hijos para dar cabida a sus preferencias.
El tiempo que nuestros hijos dedican en casa al trabajo personal y estudio es un tiempo que se comparte con las horas dedicadas al ocio o a actividades extraescolares afines a los intereses personales. Cuanto más eficazmente aprovechen el tiempo de estudio, más tiempo libre obtendrán. Y esto, aunque pueda parecer lo contrario, es deseable. Necesitan tiempo libre para descansar, para entretenerse en actividades lúdicas o culturales que les atraen, para jugar cuando son pequeños...
Aprendí esta lección, siendo padre novato, cuando una tarde, con lágrimas en los ojos, mi hijo se negaba a ir a cenar aportando una razón que por su propio peso se hundió en mi corazón: "...es que hoy no he podido jugar aún..." Era en su segundo grado de primaria.
Tiempo para trabajar y tiempo para disfrutar de la vida y de la compañía de los demás.

  • Es importante que desde el principio de año quede establecido un horario de trabajo explícito que determine la hora de inicio y el tiempo de referencia que se dedicará al trabajo. Este tiempo no debería ser en ningún caso inferior al tiempo predeterminado. Si algún día las tareas se acaban antes de tiempo, debería establecerse la costumbre de dedicarlo a la lectura recreativa o de repaso con el fin de evitar que, por acabar rápido su tarea, realice ésta de manera descuidada. Al convertir estas circunstancias en costumbre, desarrollaremos en nuestros hijos algunos hábitos que, si se inician en los primeros años, quedarán muy arraigados y facilitarán su esfuerzo para el estudio.
  • Pero, si por un lado intentaremos que haga su trabajo bien hecho, también intentaremos que no dedique a éste más tiempo del necesario. Por ello será un reto constante acabar la tarea en el tiempo de referencia preestablecido. En alguna ocasión, si se produce un desfase notable entre las referencias propuestas y la realidad de tiempo que usa nuestro hijo, vale la pena explicarlo a su profesor-tutor para valorar si dicho desfase es fruto de sus limitaciones o excelencias o de errores de planificación del profesor.
  • Aunque puede variar en función de la jornada escolar de los niños, el tiempo de referencia que podemos considerar como razonable en función de la edad, durante los cinco días hábiles de la semana, puede ser:
- Educación primaria (hasta los 12 años). El tiempo debería oscilar entre una media hora diaria en el primer año y una hora y cuarto en el último grado.
- Educación secundaria (entre los 12 y 16 años). El tiempo oscilaría entre una hora y media en el primer año y dos horas en el último.
  • Durante el fin de semana puede usarse algún tiempo como comodín para acabar algunas tareas. Puede ser útil como elemento compensador de las dificultades que pueda encontrar nuestro hijo. Así, si su capacidad para el estudio es discreta y él está dispuesto a colaborar, puede conseguir alcanzar un nivel escolar más óptimo a base de dedicar un poco más de tiempo.
  • El horario de estudio de cada día conviene establecerlo de común acuerdo con nuestros hijos y muy especialmente si son adolescentes. Para decidirlo consideraremos, además del tiempo de referencia según su edad, las siguientes circunstancias:
- Las horas ocupadas por actividades habituales sujetas a horario, como pueden ser el horario escolar, las horas de comidas y cenas y la participación en actividades recreativas o de formación extraescolar.
- La alternancia de tiempos de trabajo y de descanso, de manera que el rendimiento del tiempo de estudio sea óptimo. Hay que evitar, por ejemplo, que haga sus deberes inmediatamente después de llegar del colegio. Vale la pena que descanse un rato.
- Que se distribuya a lo largo de todos los días de la semana para evitar acumular mucho tiempo en algún día, lo cual produciría seguramente una disminución del rendimiento.
- Evitar en lo posible que sea inmediatamente después de las comidas por la somnolencia que puede producir la digestión.
  • El horario establecido debe marcar una pauta lo suficientemente estable como para ser determinante en la creación de hábitos pero, a la vez, lo suficientemente flexible como para que permita a nuestros hijos acomodarse a diferentes contingencias que pueden presentarse a lo largo de las semanas. En todo caso, debería ser más estable al principio y más flexible cuando el hábito de trabajo haya quedado establecido de una manera evidente.
Finalmente vale la pena establecer algunas costumbres sobre cómo distribuir el trabajo durante el tiempo de estudio. Son estrategias puntuales que pueden hacer más rentable el tiempo dedicado al estudio:
  • Antes de empezar, dedicar unos minutos, pocos, a decidir el orden en que se harán las diferentes actividades de trabajo o estudio si las hubiere.
  • Hacia la mitad del tiempo dedicado al trabajo, hacer una pausa de no más de cinco minutos para relajarse. Puede, por ejemplo, ir al lavabo, escuchar una canción, dar una vuelta por la casa, etc.
- Si ha de hacer más de una actividad, empezar dedicando unos minutos a la que resulte menos penosa, seguir con la que requiera más concentración y esfuerzo y dejar para el final, si las hubiere, otras que no necesiten mucha concentración.
- No aplazar las tareas hasta el límite del plazo de tiempo disponible para su finalización. Más bien distribuirlas según su dificultad a lo largo de los días y con la idea de hacerlas cuanto antes. Sigue siendo válida la frase popular "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy".