sábado, 17 de enero de 2009

ROL DEL ACTUAL DOCENTE

En este siglo nuestro país convoca a todos los Docentes, porque corremos el riesgo de ser sometidos a la peor de las miserias, “la miseria educacional”
Esta es la HORA DE LOS DOCENTES, porque el docente es la reserva moral del pueblo, porque es la garantía de la confirmación del ser nacional.
No hay destino digno sin cultura nacional, no hay cultura nacional sin valores, no hay valores si no hay docentes capaces de vivirlos para poder enseñarlos
Se ha llegado a discutir muchas veces entre los más encumbrados pedagogos, y se seguirá discutiendo, si enseñar es un arte o una ciencia. Asunto difícil, diremos, de establecer de forma categórica, porque en ella uno utiliza todos los conocimientos que la “Ciencia de la Educación” nos provee, pero también, utilizamos los conocimientos que nos da la vida, que al fin de cuentas, resulta ser la más grande de todas las ciencias.
Sin embargo, es indudable que enseñar es un arte, que utiliza, como todas las artes, conocimientos científicos cristalizados en leyes. Ahora bien, si en lugar de arte fuese ciencia, ya existiría alguna fórmula para crear una obra de arte como las que hicieron los grandes educadores de la humanidad. Además, a nadie se le hubiera ocurrido semejante transformación de la “formación docente” en particular y del Sistema Educativo en general, en el Perú y en el mundo entero, porque no habría motivo alguno que la justificara.
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar, que no existe una ciencia que capacite al hombre para realizar esta clase de trabajo. y, si dudamos de esta afirmación, observemos a nuestro alrededor, preguntándonos: ¿Todos los docentes logran el mismo éxito en circunstancias semejantes? La respuesta es una verdad, No, no todos los docentes logran éxitos semejantes en circunstancias semejantes. Pero, además, solemos escuchar que nuestros colegas se quejan del grupo que ese año les ha tocado y, generalmente, la culpa es de los alumnos; que no quieren estudiar, que son indisciplinados, etc... Todas las quejas intentan justificar, en el fondo, el fracaso del profesional. Por lo tanto, no existen ni fórmulas ni recetas que capaciten al hombre para enseñar, es decir: señalar el camino que conduce a la autoeducación en el marco del proceso de personalización.
La ciencia difiere del arte, porque se rige por leyes, las cuales establecen que a las mismas causas corresponden los mismos efectos. El arte, en cambio, es una cosa distinta, no tiene reglas fijas ni leyes, sino que se rige por principios: grandes principios que se enuncian de una misma manera, pero que se aplican de infinitos modos y formas. Vale decir: que nada nos da la posesión de un arte, de un principio como cierto, sino que mediante la transformación que el criterio y la capacidad del docente hacen en su aplicación en cada caso
concreto; porque las mismas causas, en la enseñanza, no producen los mismos efectos. Intervienen los hombres, el contexto sociocultural, el contexto institucional y los hechos educativos, y aún en casos similares, a iguales causas no se obtienen los mismos efectos, porque cambian los hombres y cambian los factores que juegan en la enseñanza. En este sentido, podemos reflexionar sobre nuestra práctica profesional: ¿Alguna vez, en nuestra práctica profesional, vivimos experiencias idénticas?
De manera, que enseñar es un arte “sui generis”. Es distinto de todos los demás, Es un arte, porque presupone permanente creación. Enseñar sin espíritu creador conduce inexorablemente al fracaso. Y, es permanente creación porque los hechos educativos no se repiten, al igual que para todos los docentes cada año lectivo es una nueva experiencia, porque nunca es idéntico al anterior. Porque cambian los factores que intervienen en el hecho educativo, por lo tanto, jamás se puede repetir la misma experiencia educativa.
Por ello, la habilidad del docente está en percibir la realidad educativa áulica tal cual se presenta, del mismo modo la institucional, la del medio sosiocultural Es decir: captar con la mayor justeza cada uno de los factores que intervienen, de modo directo o indirecto, en su verdadero valor, sin equivocar ninguno de los coeficientes intervinientes, que con distinta importancia escalonan las formas principales y las formas secundarias del hecho educativo.
Captada la realidad educativa en su totalidad, analizada con criterio educativo, y comprendida con espíritu objetivo y real, le permitirá al docente penetrarla para operar en ella con eficiencia y eficacia. La formación docente debe responder a la doble finalidad de conocer, analizar y comprender la realidad educativa en sus múltiples determinaciones: abarcar en los máximos niveles de profundidad posibles, las dimensiones de la persona, y elaborar un rol docente que constituya una alternativa de intervención en dicha realidad mediante el diseño, puesta en práctica, evaluación y reelaboración de estrategias adecuadas para la enseñanza de contenidos a sujetos específicos en contextos determinados.
La tarea de enseñar, naturalmente, se produce en la personalidad del docente. Es algo tan extraordinario, que sólo la pueden paladear los que ejercen la docencia. Analógicamente, como lo que sucede con los organismos fisiológicos, que ingiriendo sustancias distintas, pueden producir reacciones y efectos similares; cada alumno es una persona idéntica a sí misma, indivisible, única, inmanente y trascendente al mismo tiempo, con un bagaje cultural particular que lo hace irrepetible en el tiempo y en el espacio, por lo tanto, distinto a los demás pero, cuando el docente acompaña a todos y cada uno de sus alumnos en el proceso de apropiación y construcción de saberes posibilita que, sus alumnos alcancen un aprendizaje similar con resultados similares. Esto es maravilloso; enseñar para que cada alumno día a día construya su propio saber, que fortalecerá su proceso de personalización con una dinámica constante de descubrimiento, conquista y posesión de sí mismo.
No hay tarea más excelsa que la de enseñar. El docente le enseña a pescar a sus alumnos, pero no le da el pescado. Señala el camino de la autoeducación que alienta la realización de la personalidad.
Enseñar es un arte simple y todo de ejecución. Simple para el que posee las cualidades y calidades para ejercer la docencia y difícil para el que no las posee, pero que puede adquirir realmente.
Es un arte todo de ejecución porque se basa en la práctica, entendiendo a la práctica en el marco de la formación docente continua, es decir: “la formación docente, además de las habilidades, actitudes y destrezas deberá dotar al sujeto de múltiples saberes. Estos saberes deberán permitirle a los docentes: conocer, analizar y comprender la realidad educativa en sus múltiples determinaciones, comprender en los distintos niveles de profundidad posibles, las complejas dimensiones de la persona para el desarrollo de la formación integral del alumno, asumir en la construcción un rol docente que actúe en dicha realidad mediante el diseño, puesta en práctica, evaluación y reelaboración de estrategias adecuadas para el desarrollo integral de la personalidad a través de la promoción del aprendizaje de saberes, habilidades y actitudes, de educandos específicos en contextos determinados.
Se afirma que sólo tomando a la práctica como eje, podrá construirse un currículum que posibilite la comunicación de estos saberes. Aquí el término práctica esta designando dos cuestiones diferentes: por un lado, “práctica” equivale aquí a la realidad educativa actual
incluso las prácticas reales y efectivas de los docentes en ejercicio, pero no se agota en ellas. En este sentido, cuando decimos que el currículum debe tomar la práctica como eje, estamos diciendo que la realidad educativa actual - incluyendo las prácticas reales y efectivas de los docentes - deberá ser objeto de estudio, de modo que el sujeto pueda conocer la realidad educativa, analizarla y comprenderla en sus múltiples determinaciones, en los máximos niveles de profundidad posibles.
Por otro lado, práctica designa específicamente la tarea del docente, tal como fuera definida anteriormente, En este sentido, cuando decimos que el currículum debe tomar la práctica como eje, estamos diciendo que el rol docente, definido en los términos en que lo hemos hecho, debe ser objeto de un trabajo de construcción.
Esta distinción entre los dos usos del término práctica nos ha permitido explicar que la formación de maestros y profesores reúne dos finalidades complementarias (conocer, analizar y comprender la realidad por un lado, e intervenir en ella por el otro), cada una de ellas atiende a uno de los dos sentidos que le damos al término práctica. Sin embargo, es necesario retener que ambas finalidades son complementarias e indisociables si lo que se quiere es capacitar a los sujetos para que construyan y fortalezcan su capacidad de decisión frente a las necesidades que plantea la compleja práctica educativa.
De alguna manera, los saberes que deberán dar respuesta a ambas finalidades admiten la distinción entre saberes explicativo-descriptivos y normativo-prescriptivos. Sin proponer correspondencias estrictas, parece claro que los saberes explicativo-descriptivos son susceptibles de relaciones fácilmente con la equivalencia “práctica” igual “realidad escolar”, mientras que los saberes normativo-prescriptivos parecen relacionarse claramente con la equivalencia “práctica” igual “rol docente”. Retener esta distinción es útil a fin de: evitar deducir a partir de las explicaciones prescriptivas directas para la acción, evitar reducir la construcción de la intervención educativa al entrenamiento en un listado de recetas eficaces, tener presente toda la gama de saberes que debe cubrir la formación.
De cualquier modo, la distinción entre tipos de saberes no debe extremarse: es una distinción útil con fines analíticos, según hemos puntualizado arriba, pero en realidad la comprensión de la situación y la prescripción para la acción no son escindibles. En efecto, cuando se explica la realidad se escogen determinadas dimensiones para su análisis que orientan el marco para la toma de decisiones. Por otro lado, el proceso mismo de decisiones se realiza en buena medida en función de los elementos de explicación y comprensión de la realidad sobre la cual se debe actuar.
Desde esta perspectiva, tanto la comprensión como la prescripción pueden empobrecerse si se lleva su distinción al extremo, puesto que el análisis de los efectos de la intervención enriquece no sólo la propia intervención sino también la comprensión misma de la realidad, y todo enriquecimiento en la comprensión de la realidad permite reformular la intervención.
El docente indudablemente nace, pero también puede crearse y perfeccionarse. De esto, se puede hablar en sentido analítico y en sentido filosófico días enteros. Pero, no es nuestra finalidad extendernos en conocimientos abstractos que no conducen a nada constructivo sobre lo que es y debe ser el docente, sino simplemente queremos señalar algunos de los conocimientos que necesariamente debe poseer para ser más sabio en cada una de las ocasiones en que deba intervenir. Por principio, el docente, no es solamente un captador de realidades, y que desde ella elabora éxitos o fracasos educativos.
Quién proceda con un criterio más o menos formal para cristalizar sistemas, para establecer métodos didácticos, para crear recetas para enseñar, se equivoca [v]. Como se equivocaron los teóricos de la educación, que en la creencia de que por repetir teóricamente la mayor cantidad de conceptos, evaluados con rigor académico, se educaba al alumno. Pero, del mismo modo, se equivocaron los que psicologizaron la educación, transformando el aula en un “cuasi-gabinete psicológico”, porque caen indefectiblemente en reduccionismos que, en definitiva provocan mayor confusión, ineficacia educativa, desprestigio social y profesional, intrusismos oportunistas, definiciones poco precisas, problemas mal planteados, que concluyen en el fracaso escolar, toda vez que, el docente se desgasta anímicamente por aportar esfuerzos de todo tipo, que en definitiva, resultan inútiles.
Es decir que: ni el rigorismo pedagógico, ni el laxismo académico, educan. Ambas producen inexorablemente el fracaso escolar. Y, para demostrar esta afirmación, no hacen falta argumentos pedagógicos, que los hay y de sobra, sólo es suficiente con observar la realidad social como producto de esas corrientes pedagógicas reduccionistas de la realidad educativa, que no hacen más que corromperla. Entonces, ese producto flor y nata de una enseñanza deteriorada, no puede ser más que un fruto corrupto. Pero de ello, somos todos responsables, unos por acción y los docentes por omisión.
Por lo tanto, si fuese posible enseñar con sentido esquemático o con sentido dinámico, mediante sistemas preestablecidos o recetas didácticas, al alcance de todos, sería una actividad muy fácil y hoy gozaríamos de una sociedad educada, altamente instruida, con actitudes personalizantes y con procedimientos claros y transparentes orientados a la construcción del bien común. La realidad nos indica que esto, todavía, es un ideal por alcanzar y, por el cual, vale la pena aportar todo el esfuerzo y sacrificio que contribuya para su logro.
Por lo dicho se deduce que no es fácil enseñar, es una actividad verdaderamente difícil, precisamente, porque la principalísima exigencia para producir una eficaz enseñanza es crear y, hasta ahora, lo que más le cuesta al hombre es producir “cosas” desde la creación. Tenemos mucho hecho en el mundo, pero poco creado. Y lo medular de la tarea del docente es crear. Crear siempre. Estar siempre dispuesto a crear.
En la enseñanza, deben tenerse presente dos partes fundamentales que, no deben olvidarse, porque la componen esencialmente: por un lado, la parte vital del arte de enseñar, que es el docente y, por el otro, la parte inerte, que comprende toda la teoría del arte y su técnica.
La teoría y su técnica pueden ser aprendida por cualquiera, por cualquiera que se lo proponga y cuente por lo menos con las capacidades intelectuales mínimas que se necesitan para cualquier actividad intelectual. Pero no por haber aprendido la teoría y su técnica se está en condiciones de enseñar, el que así lo crea se equivoca, porque lo que realizará efectivamente es cientificismo o tecnicismo, que no enseñan, sino que corrompen, lo que ya he señalado suficientemente. Enseñar, es mucho más que manejar algunos secretos de la enseñanza aportados por la ciencia y la técnica, porque hay un secreto superior, que estos campos del saber no pueden aportar, sólo se puede llegar a través de la intuición, que le permite al docente captar las pequeñas cosas que para el científico o el técnico pasan desapercibidas. Estas pequeñas cosas del hecho educativo inmerso en un contexto sociocultural, mueven la capacidad de crear. Algunos docentes la poseen desde el vientre materno, otros la adquieren, pero la alcanzan en distinta medida.
Uno de los grandes errores de los hombres dedicados a la docencia es considerar, que enseñar es sólo una cuestión de técnicas pedagógicas, adquiridas memorística y mecánicamente y aplicadas esquemáticamente. Grave error, porque el docente debe comprender críticamente la realidad del aula, la realidad institucional, la realidad sociocultural-contextual, que es la que le da sentido a la existencia institucional y, finalmente, la realidad sociocultural global que explica la realidad sociocultural-contextual
Por ello, cuando elaboramos un proyecto áulico, debemos comprender previamente el proyecto Institucional, que para nosotros es un proyecto de vida, que no sólo fundamenta a los proyectos áulicos, sino que también, comprende y contiene al medio sociocultural que contextualiza a la misma Institución Escolar, influyendo en el mismo medio de modo educativo.
El aula no es un compartimento estanco y aislado. Del mismo modo que la escuela no es un edificio en el desierto, ella vive y convive con su contexto social que le demanda educación. Este es el punto de partida de la razón de ser de la existencia escolar. Por eso, es necesario que el docente tenga claro el concepto de universalidad de la acción educativa. Ésta no se puede dividir ni aislar; la educación es un campo indivisible e integral, lo mismo que el ejercicio de la profesión docente. Y comprender esto, es condición “sine-qua-non” para ser un profesional, de lo contrario, jamás podrá actuar bien en el campo de la docencia.
Vale decir: que la docencia no se aprende, se comprende. Se puede aprender su teoría y su técnica, pero ya señalamos que enseñar es algo superior, para lo cual, es necesario comprender lo que venimos desarrollando.
En consecuencia, a la docencia no se la puede mirar en pequeño, porque es una actividad integral. Todo, necesariamente, está comprendido por la educación; a modo de ejemplo: (mirado desde los deberes indelegables tanto del Estado como de los padres, que son cuatro: Justicia, Salud, Seguridad y Educación) la educación forma médicos, jueces y funcionarios y agentes del orden, vale decir; que estas tres funciones dependen de la educación y no existe dependencia alguna de la educación con esas funciones. Por ello, los pueblos que no prioricen la educación, inexorablemente, quedarán sumergidos en la miseria material y espiritual, que es la peor de las miserias.
Del mismo modo que la educación es la mayor actividad integradora de la Nación, lo es también de una escuela, de un aula y de una familia, de la persona que aprende y de la que enseña, de los conceptos, de los procedimientos, de las actitudes efectivamente enseñados y aprendidos. Por esto, no se puede dividir al docente ni al alumno en partes. Se enseña y se aprende integralmente. Porque enseñar es un hecho eminentemente educativo, no se puede enseñar a una persona en partes, debido a su integralidad intelectual, volitiva, afectiva y corporal; individual y social; inmanente y trascendente, en suma, material y espiritual.
En otras palabras, no se puede comprender cabalmente a la enseñanza, desde nuestra conceptualización: enseñar = conducir, si no se tiene un panorama integral de la educación, que es universal e indivisible, pero que uno si la puede penetrar y comprender.
Otro aspecto que es necesario comprender para realizar una buena tarea educativa es, saber valorar la importancia de la intuición. Lamentablemente, el racionalismo ha desacreditado a la intuición, como modo pleno de conocimiento. Por ejemplo: una madre, muchas veces, no conoce una necesidad de su hijo a través de especulaciones racionales, sino por medio de la intuición. Afortunadamente es así, porque si ellas hubieran pretendido conocer con la sola razón las necesidades de sus hijos, la humanidad ya hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Para la tarea docente, la intuición es fundamental, porque proporciona datos y conocimientos que la especulación intelectual jamás podría alcanzar “a priori”. Además, la intuición que todos poseemos por nuestra naturaleza humana, es el estímulo permanente de la creación. Es decir: que desarrollando la intuición nos estamos preparando, casi sin darnos cuenta, para ser creativos [xiv]. El conocimiento intuitivo es mucho más eficaz y seguro que el conocimiento por especulación racional. Esto visto desde la creación, desde el desarrollo histórico de la humanidad, desde la misma enseñanza. De manera que, aquellos que nunca se atrevieron a ser creativos o que anularon esta capacidad por ser puramente racionales, ejercitando la capacidad natural de la intuición pueden volver a recuperar esa facultad humana de la creación. Además, en este ejercicio, también se desarrollan las seguridades que la práctica profesional requiere.
Es imposible aprender la docencia, son tan cuantiosos los casos que la docencia plantea, que quién quiera aprenderlos a todos, se moriría antes de haber aprendido la milésima parte. Es decir: que la experiencia docente es comprensible para el entendimiento de los hombres, para construir el criterio profesional necesario para enfocar los problemas y resolverlos educativamente pero no para memorizarla.
Jamás uno debe pretender acordarse de todos los casos que han pasado en la historia, que se asemejen al que se debe resolver, o que es lo que en teoría dice como principio a aplicar. Eso no tiene ningún valor; es el conocimiento, análisis y comprensión del problema lo que va a dar la solución
De cualquier situación fluye, teniendo en cuenta el proyecto áulico, que es lo que hay que hacer para que caminemos de la situación presente (actual) a la situación objetivo [xv] que perseguimos en el proyecto áulico. El camino surge de la experiencia de la situación. Y, eso hay que mirarlo objetivamente. Es poner en movimiento el proyecto áulico, en consecuencia, de allí va a salir el camino, camino único o múltiples caminos, pero camino, que es lo que uno busca entre la situación presente y la situación objetivo propuesta, ya sea que esté referido a los contenidos conceptuales, a los procedimentales, o a los actitudinales.
Es difícil también en este campo, establecer algo concreto, algo ajustado a la realidad concreta. En este tipo de actividad nada hay que sea concreto, salvo la situación educativa actual que plantea cada caso, decir: la situación que plantea cada alumno, y para resolverla, los caminos son muchos, pero hay sólo uno que es el más adecuado. La sabiduría del docente está en “saber” encontrarlo.
Frente a las situaciones educativas, el docente es un constructor de éxitos. El éxito se traduce en el logro de los objetivos propuestos en el proyecto educativo áulico. No depende de la suerte, tampoco de la casualidad y no es designio del destino. El éxito se construye, se realiza. Es decir: que el éxito en la enseñanza se concibe, se prepara se organiza, se realiza y, finalmente, se lo explota. Porque el éxito en los docentes está en los mismos docentes, está en su propia práctica [xvi].
EL DOCENTE ES UN CONSTRUCTOR DE ÉXITOS. Esa es la mejor definición que se pueda decir de un docente. En este sentido, el docente es un profesional que recibe una situación [xvii] y un objetivo curricular [xviii], más las demandas regionales, entonces, es de su exclusiva responsabilidad construir el éxito. Que para lograrlo, deberá acompañar a sus alumnos en sus respectivos procesos de construcción de los propios saberes para que, individual y comunitariamente realicen el proyecto áulico. Para ello, deberá implementar metodologías didácticas originales que se adecuen a las necesidades del aula. En este sentido, los métodos son sólo instrumentos, se utiliza el que sirve y, si no sirve ninguno, se construye uno nuevo. El docente debe tener la plena libertad de utilizar los instrumentos que más convengan al proceso, ello lo determinará de acuerdo a la circunstancia educativa que deba enfrentar. Entonces, La práctica docente es, lisa y llanamente, la construcción de éxitos educativos y, el docente es el responsable de que ello ocurra. Por eso, él utiliza técnicas, inspiración y la propia capacidad para enseñar.
Si tiene una gran Técnica, le puede salir una buena realización; si tiene también inspiración, puede salirle linda; pero si además, tiene talento, entonces, sale una gran realización educativa; y si posee un talento privilegiado, hace algo nuevo en materia educativa que revolucionará la pedagogía en el mundo. En fin, esto tiene infinitas gradaciones, como infinitas pueden ser las creaciones del hombre.
En síntesis, lo primero que se necesita es contar con un criterio amplio y descartar los sistemas, rutina y las recetas. Es decir; que en la actividad docente no se puede copiar, es necesario crear, porque el arte es creación.
Nadie se ha hecho famoso copiando cuadros o esculturas, ni tampoco copiando ejemplos, porque a veces también, se copian los malos ejemplos. Es cuestión de discernimiento, y en consecuencia, crear. Tenemos que poner en juego el criterio, no la memoria, no las recetas ni los sistemas, tenemos que evitar la rutina. Para la docencia no hay estructuras que sean infalibles y que perduren en el tiempo. Todos los métodos, cualquiera sea, sólo son útiles en la medida en que desarrollemos nuestro criterio docente.
La práctica profesional, es uno de los aspectos de la vida del docente que es imposible sistematizar; no puede haber sistematización. Esa es la enseñanza que surge de la teoría de la construcción de éxitos. Por otra parte, es necesario pensar que lo que el docente enfrenta es una situación concreta, única e irrepetible, porque sus actores son únicos e irrepetibles y necesita una solución para esa situación determinada por el tiempo, el espacio y los actores. Esa solución no la encontrará en ninguno de los casos de la Historia de la Educación o de la Teoría de la Enseñanza.
Los principios de la Teoría de la Enseñanza han surgido de las grandes obras, de las obras maestras de la práctica docente, de manera que siendo principios empíricos, no los podemos fabricar nosotros, sino que surgen de los hechos. Por eso enseñar no es una técnica, sino que es auténticamente un arte, y de allí, es que el docente no es un técnico, sino un artista.
El artista tiene ante sí un caso concreto: le encargan una obra, tiene los materiales e instrumentos, todo lo necesario. Él debe darle vida, esa es la solución que buscará si es pintor o escultor, lo mismo que si es docente. Porque al docente le dan un grupo de alumnos heterogéneo, contenidos básicos curriculares, un contexto sociocultural, un proyecto institucional, y él tiene que construir un éxito, tiene que hacer una obra de arte; tiene todo lo necesario. Él debe darle vida, esa es la solución del problema, esa es la construcción del éxito - sus alumnos mejoraron su calidad de vida- transformándola en vida más plena. Porque el docente es portador de vida, y vida en abundancia. Y del mismo modo que nadie da lo que no tiene, nadie enseña lo que no sabe y nadie transmite lo que no vive. Por ello, el docente debe vivir concientemente su propio proyecto de vida.
Hay que darse cuenta de los inconvenientes con que se tropieza en la realización de una obra educativa, los malos ratos que hay que pasar, las presiones generadas por conciencias mediocres, la falta de equipamiento escolar, la inestabilidad laboral, la envidia del fracasado, la calumnia del incapaz, la indiferencia de los padres, la falta de estructura edilicia, la vergonzante retribución salarial, el manipuleo de la política educativa, la mediocridad de los gobernantes; noches y días enteros tristes, pero al final, a pesar de todo esto, se llega a una solución que posibilitará la construcción de un éxito educativo, entonces, la satisfacción personal compensa todos los malestares.
Otro aspecto que es necesario destacar, es que la experiencia propia en el arte de enseñar, generalmente, llega tarde y cuesta cara, porque casi siempre, se aprende más de los errores que de los aciertos realizados, por lo tanto, la experiencia en carne propia es “maestra de tontos”. Hay que tratar de aprender de la experiencia de los demás [xix]. De manera que esta gimnasia espiritual permanente, que es el estudio de todos los hechos, de todos los casos y sus respectivos análisis.
De tal forma, se van acopiando los conocimientos necesarios. No se estudian estas situaciones concretas para volverlas a aplicar, por si el caso se repite, no. Se estudian con la mayor profundidad posible para lograr un buen entrenamiento, para formar el criterio docente, pura y exclusivamente para realizar un ejercicio de la docencia, y de tal forma, crecer en sabiduría asumiendo la experiencia de los demás. Este es el valor de los ejemplos, para trasvasar la experiencia ajena a la propia, es decir: hacerla nuestra, como si nosotros hubiéramos vivido esa situación, de tal manera, adquirir el conocimiento de los hechos para ser más sabio frente a las ocasiones que se nos pudieran presentar en el ejercicio de la profesión, en la práctica cotidiana del arte de enseñar.
Aunque parezca una verdad de perogrullo, no está de más mencionarlo; una de las cosas más importante para el docente, es que tenga presente que quién debe conducir los acontecimientos es él. Jamás debe dejarse conducir por los acontecimientos. Esta es una de las cosas fundamentales del docente. “Que sea conductor”. Que él conduzca los acontecimientos, como primera cuestión y como segunda, es que debe saber siempre lo que quiere, debe conocer siempre el objetivo que se propone alcanzar, es decir: el “proyecto de vida áulica” que pretende realizar, por ello, es muy importante que el docente encarne ese proyecto. Estas dos cuestiones, parecen dos perogrulladas, porque enseñar, lógicamente, presupone que sea el docente el que origina, desencadena y conduce los acontecimientos educativos y no que sea él el juguete de esos sucesos.
También es necesario saber lo que se quiere, lo que verdaderamente le da sentido a la práctica docente. En la Historia de la Educación y en nuestro presente son más los docentes que son conducidos por los acontecimientos, porque entre otras cosas, no saben lo que quieren, y en consecuencia, no saben lo que tienen que hacer para actuar con propiedad frente a los puntuales hechos áulicos.
Otro factor que el docente no debe olvidar, es que en todas las acciones de la enseñanza hay hechos que son determinantes o principales y hechos que son circunstanciales o secundarios, que no inciden en la enseñanza. El secreto está en observarlos bien, analizarlos bien y comprenderlos bien, luego dominar los fundamentales y dejar de lado los secundarios, que no tienen mayor importancia. O cuanto mucho, atender los objetivos fundamentales con medios fundamentales y los secundarios con medios secundarios. El docente en el ejercicio de su profesión, no debe ocuparse de objetivos de segundo orden y dejar de lado los verdaderamente importantes. Esto, también, es muy común entre los docentes, que se preocupan más por la formalidad burocrática que por enseñar.
Esto sucede, porque el hombre no sólo tiene criterio para discernir, sino que también tiene pasiones que lo arrastran. Y, las pasiones lo llevan, generalmente, hacia objetivos secundarios. Por ejemplo: dejarse llevar por críticas destructivas destinadas a la Institución o a los directivos, etc..., que pueden tener un fundamento cierto pero la metodología de la crítica palaciega, es destructiva; De modo, que uno no debe dejarse llevar en este juego engañoso, porque no alimenta nuestra labor docente, más bien alimentan nuestras pasiones y nos distrae de nuestra responsabilidad, aunque el fundamento de la crítica sea cierto corremos el no sabe y nadie transmite lo que no vive. Por ello, el docente debe vivir concientemente su propio proyecto de vida.
(proximamente ampliacion del tema)

viernes, 16 de enero de 2009

NUEVA FORMA DE PENSAR DE LA GESTION EDUCATIVA

En primer lugar, los conceptos pertenecientes a esta nueva forma de pensar se dan en la dinámica de la transformación del mundo actual. Cuando hablamos pues de procesos educativos con el enfoque de una forma nueva de pensar en la gestión escolar, hablamos sin duda de la aplicación de una gestión participativa, de una pedagogía activa no directiva, de una educación activa que enfrenta la realidad, que educa a partir de ella, que integra conocimientos y, que provoca las transformaciones deseadas.
Podemos decir entonces que, este enfoque de la gestión escolar a utilizar, no tiene mayor interés si no desemboca en lo operativo y, vincula el problema como necesidad social con los objetivos y el contenido específico favoreciendo la adquisición de conocimientos y habilidades, autorregulando los sentimientos y emociones, desarrollando valores y propiciando mejorar la eficacia de las acciones.
Esta forma de pensar que constituye un método del conocimiento científico, necesario en el enfrentamiento con la acelerada formación humana, es el ENFOQUE SISTEMICO.
¿Si hay tantas aristas que abordar en la gestión escolar, que características debe reunir el gestor para poder realizar una gestión de excelencia con carácter de sistema?
El directivo educacional es el gestor de los objetivos y el promotor de su cumplimiento, y conjuntamente con su equipo, estructuran las acciones en las distintas dimensiones de la gestión escolar con cualidades inseparables, efectividad y eficacia.

Además:

• Las ideas pedagógicas que visionan el pensamiento del gestor.
• La convicción del gestor acerca del triunfo.
• La comunicación emocional a todos los gestores de las ideas pedagógicas que sustenta.
• Oír a los que tratan de enriquecer el sistema de ideas.
• El conocimiento acerca de lo que se hace en el plano de las competencias pedagógicas.

En ello influye, las virtudes y valores de los seres humanos enfocado implícitamente dentro de los objetivos, ideas que muevan el accionar de los agentes educacionales. Por tanto, se necesitan en ese gestor normas de conductas que posibiliten liderar el proceso pedagógico y que conduzca a los protagonistas al cumplimiento feliz de la misión de la institución.
La efectividad en la gestión escolar de los agentes educacionales es vista en términos del grado de exactitud de las respuestas dadas por los gestores a las acciones concebidas y realizadas por ellos en el enfrentamiento a los problemas. Esta efectividad es la intersección de tres elementos que no se pueden ver separados: El saber hacer, poder hacer y querer hacer.
El saber hacer como integración de los conocimientos, habilidades, actitudes, emociones y sentimientos puestos en la concepción y aplicación práctica de las acciones, poder hacer visto en términos de las condiciones infraestructurales, medio ambientales y clima organizacional escolar que se requiere para el desarrollo de las acciones y, por último, querer hacer, sentir la necesidad en los humanos en primera instancia, de concebir y poner en práctica las acciones que resolverán la problemática del cambio visionado, que después provocará la motivación en ellos, para creadoramente en el proceso de interacción del humano con la realidad educacional que enfrenta, integrar los aspectos afectivos con expectativas externas e internas con vistas a ayudar al cumplimiento de los objetivos y, al final, la satisfacción del cumplimiento de los objetivos planteados.

PERFIL DEL EDUCADOR

En relación a la serie de características que debe poseer el educador como persona, señalamos:
* Conocerse, aceptarse y valorarse como persona.
* Demostrar equilibrio emocional.
* Expresar en el vivir cotidiano actitudes de honestidad, alegría, optimismo y responsabilidad, reflexión, sinceridad y comprensión, solidaridad, imparcialidad y espíritu de lucha.
* Tener una personalidad definida, comprometida con su crecimiento personal integral.
* Comunicarse consigo mismo, con los otros, con la naturaleza y con Dios.
En relación a la misión de educador en la construcción de la sociedad, señalamos:
* Tener un sentido cristiano de la existencia, significativo para él y que lo aplica en el proceso educativo donde interviene.
* Tener vocación personal a la docencia, valorar y gozar de su profesión.
* Ayudar a los educandos a mirar los acontecimientos y a los hombres desde los valores evangélicos, despertando una fe activa y comprometida.
* Conocer la realidad personal del educando. el contexto socio-cultural local y nacional, y tenerlo en cuenta en la programación curricular y en las actividades extracurriculares.
* Valorar y compartir la cultura del Pueblo y acompañar al Pueblo en su desarrollo y en la transformación del País.
* Centrar el proceso enseñanza-aprendizaje en el educando, en su vida real, fomentando el autoconocimiento y autodesarrollo de sus capacidades, intereses y aspiraciones dentro de un marco comunitario.
* Tener una adecuada preparación profesional y sentir la necesidad de actualización permanente
* Utilizar técnicas, procedimientos y métodos que favorecen la adquisición de objetivos del dominio afectivo, cognoscitivo y psicomotor.
* Desarrollar la creatividad, capacidad crítica y capacidad para educarse permanentemente. Valorar y apoyar la capacitación técnica de los educandos.
* Trabajar en equipo, coordinar e integrarse como miembro corresponsable en la gestión educativa del Centro y colaborar activamente en la vida de su comunidad educativa (comunidad de de servicio).
* Apoyar la formación de los padres de familia, ayudándoles a tomar conciencia de su responsabilidad en la educación de sus hijos.
* Participar con autonomía, libertad y capacidad crítica en las asociaciones magisteriales.

ÉL CREE QUE NO PUEDE

A un niño le encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. De todos ellos me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Por qué no huye?
Cuando tenia seis años, pregunté a varias personas por el misterio del elefante. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces, la pregunta obvia...
-Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta. El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y el que seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE.
El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.
Y tú, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.
Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.
La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN. Y todo nuestro esfuerzo como si todo dependiera de nosotros, pero al mismo tiempo, confiando totalmente en Dios como si todo dependiera de ÉL.

LA ASAMBLEA DE LA HERRAMIENTAS

Recientemente recibimos un correo electrónico con la siguiente reflexión y deseamos compartirla con ustedes. Interesados en el apasionante mundo de las relaciones humanas.
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo ejerció la presidencia pero la asamblea lo notifico que tenia que renunciar. ¿La causa?. Hacia demasiado ruido y además se pasaba golpeando. El martillo acepto su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque del tornillo acepto también pero a su vez presidio la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenia fricciones con los demás.
Y a lija estuvo de acuerdo, a condición que fuera expulsado el metro que siempre se la pasa midiendo a los demás según su medida como si fuera el único perfecto.
En eso entro el carpintero, se puso el delantal e inicio su trabajo.
Utilizo el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedo nuevamente sola, la asamblea reanudo la deliberación.
Fue entonces cuando tomo la palabra el serrucho y dijo: “Señores ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Esto es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y trabajar juntos.

MIRAD LOS GANSOS

El próximo otoño cuando veas los gansos dirigiéndose hacia el sur para el invierno, fíjate que vuelan formando una “V”. Tal vez te interese lo que la ciencia ha descubierto acerca del por que vuelan en esa forma.
Se ha comprobado que cada pájaro cuando bate sus alas produce un movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en “V” la bandada completa aumenta por lo menos un 71 % mas de su poder, que si cada pájaro volara solo.
Cada vez que un ganso sale de la bandada, siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a su formación para beneficiarse del poder del compañero de adelante.
Cuando el líder de los gansos se cansa, pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar.
Los gansos que van detrás graznan (producen el sonido propio de ellos) para alentar a los que van delante a mantener la velocidad.
Finalmente, cuando un ganso se enferma, o cae herido, otro de los gansos sale de la formación, lo sigue para ayudarlo y protegerlo.
Se queda acompañándolo, hasta que este nuevamente este en condiciones de volar o hasta que muera. Entonces vuelve a su bandada o se reúne a otro grupo.

Empieza a romper esquemas

La historia es testigo de cómo los verdaderos líderes rompieron esquemas.
GANGHI
Consiguió la independencia de la India rompiendo el uso tradicional de esquemas de la lucha con armas y violencia, uso la paz como arma y cambio la forma de hacer revoluciones.
MIGUEL GRAU
Rompió el esquema de que al enemigo hay que maltratarlo y aniquilarlo, rescato del mar a los Chilenos caídos en la guerra y de alguna manera los dignifico.
Romper lo establecido no es fácil, no solo por los hábitos, sino también por nuestra propia percepción.
Imagínate por ejemplo, estas en una cola esperando turno y pasa una persona muy bien vestida con terno y lentes oscuros, lo empujan por detrás, caes y al voltear, lo ves y te pones furioso; te paras y lo enfrentas, lo empujas, pero, con el movimiento, a esa persona se le caen los lentes, y te das cuenta de que es ciega. Tuviste la sensación de que se trataba de una persona, prepotente, creída y abusiva. Te hizo pensar y sentir sobre la base de un esquema no racional, pero la realidad era diferente.
La sensación inicial te dificulto para razonar, ser flexible y tolerante, pero luego tuviste una aclaración racional al darte cuenta de la situación real.
¿Qué hacer para empezar a romper esquemas?. Empieza a cuestionar tus propios hábitos. Cambia de rutas en las mañanas cuando manejas o cuando caminas de tu casa a tu trabajo. Cambia tu rutina. Cuestiona tus funciones.¿Realmente aportan valor, o debería estar haciendo algo diferente?. Cuestiona tus productos y servicios ¿Cómo podrían mejorar?...Solo de esta manera te acostumbraras a romper lo establecido y no tendrás barreras para crear.

REFLEXIONES

En una reunión de personas muy importantes, empezaron los discursos de los representantes de las diversas profesiones.
El primero en hablar fue un ingeniero, quien hizo sentir que la casa que la cobija, que el transporte que lo había traído a la ciudad era obra de los ingenieros y arquitectos.
El militar, expresa que la seguridad de la cual gozaban todos en ese momento era efecto de la actuación de las fuerzas armadas y policiales.
El representante de los abogados hizo sentir que sin ellos no se aplicarían las leyes, normas, ni habría una vida civilizadamente organizada.
El médico expuso, que sin su actuación muchos de los que hoy lucían saludables y optimistas estarían quizá ya muertos o postrados en sus camas.
En fin, hablaron muchas otras personas.
Hasta que de pronto alguien descubrió a un hombre que no había hablado, aunque permanecía con los ojos atentos. Al parecer por su expresión, se sentía complacido y feliz.
Le pidieron que dijera algo. Puesto de pie agradeció la atención, expresando que estaba de acuerdo con lo que habían dicho los representantes de las diversas profesiones que le antecedieron en el uso de la palabra, que estaba admirado de la nobleza y satisfacción que sentían por lo que cada uno de ellos realizaba. Pero expreso: ¿Existirían arquitectos, militares, médicos, abogados y además trabajadores sino existieran los maestros?.
Todos se miraron, asintieron y aprobaron.
Ahora les explicaré ¿Por qué estoy contento? Porque compruebo que cada uno de ustedes se sienten honrados y satisfechos de lo que tienen y logran porque de lo contrario, no hubiesen ciudades ordenadas, campearía la inseguridad en las calles, las leyes no se respetarían; entonces los maestros habríamos fracasado y en vez de reconocimiento mereceríamos ser condenados.

CARTA DE LOS ALUMNOS A SU PROFESOR

Las paredes del aula limitan mi vida. Quiero gozar de la naturaleza que Dios nos dio, pero las murallas, los horarios y las formalidades escolares me lo impiden.
Quiero compartir alegrías, dolores y esperanzas con mis hermanos de otros confines, pero eso no consideran los Planes y Programas de Estudio.
Jamás respetan mi individualidad, destacan a cada rato mis defectos y nunca me estimulan para nada. ¡LA ESCUELA ES UNA CARCEL!
Quiero conocer el mundo pero en la escuela imperan los papeles y no el hombre. No me entienden.
Me pesa la cabeza con tantas informaciones útiles e inútiles, verdaderas y falsas, actualizadas y pasadas, que me da la escuela para memorizarlas. Siento frio en el corazón al vivir en soledad y egoísmo impuesto por los reglamentos. Siento inútil mi cerebro y mis manos cuando no me enseñan a trabajar como si hubiera nacido para ocioso.
La escuela no me deja crear; debo imitar; no me deja criticar; quiero ser reflexivo; no me deja experimentar la solidaridad. La escuela me oprime; no me deja vivir. La orientación y tutoría del educando no llega a nosotros.
¡Sálvenme! ¡Quiero ser hombre y no robot! ¡Vine a la escuela a formarme y no a deformarme!
Cada vez más me convenzo que ciencia sin conciencia es pérdida del alma. Lo único que preocupa a la escuela es transmitirnos cantidad de conocimientos. Su calidad no les interesa a poco les preocupa mi formación moral. ¿Cómo enfrentar la vida?
¡Sálvenme! ¡Sálvenme, antes que mi niñez se marchite!.
¡Compadézcanse del auxilio que lanzo desesperado al vivir en una escuela de opresión y abandono!.

Tus alumnos.

Carta de un hijo a sus Padres.

NO me des todo lo que pida. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger.
NO me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
NO me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas yo lo haría más rápido y más a gusto. Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo, pero también si es un castigo.
NO me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quién sufra.
Déjame valerme por mí mismo/a. Si lo haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
NO digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices. Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también. Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también. Intenta ser coherente con lo que dices y lo que haces. Cuando te cuente un problema mío
NO me digas: “No tengo tiempo para bobadas” o “Eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayudarme. Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo. En definitiva, habla conmigo, el diálogo entre nosotros es lo más importante.”

Tus hijos